jueves, 16 de marzo de 2017

Sam Selvon: Solos en Londres

Idioma original: inglés (más o menos)
Título original: The Lonely Londoners
Año de publicación: 1956
Traducción: Enrique Maldonado Roldán
Valoración: recomendable

Escrita hace más de sesenta años por el triniteño de origen indio Sam Selvon, esta novelita no sólo mantiene toda su frescura, que es mucha, sino también, en cierto modo, toda su actualidad. La razón es que cuenta las vicisitudes de un grupo de inmigrantes caribeños de raza negra -de Trinidad, pero también de Jamaica o Barbados- en el Londres de los años 50, cuando, tras la guerra, hubo una primera oleada hacia el Reino Unido de mano de obra procedente de sus colonias del Caribe. Sus vivencias, pues, son muy específicas de ese momento y lugar, pero también universales: se podrían extrapolar a las de mexicanos o centroamericanos en EEUU, chinos en Japón o magrebíes en Holanda... (puesto que las dinámicas migratorias y su "problemática" son siempre parecidas, ya se trate de italianos en la Francia de hace 100 años, españoles o griegos en la Alemania de hace 50 o ecuatorianos en la España de hace 10).

La novela, no obstante, está escrita con bastante buen humor y, de hecho, en gran medida la componen los retratos de una serie de "chicos" -así se llamaban entre ellos- elaborados a base de anécdotas que llegan a ser tiernas y divertidas; así, conocemos a Moisés, el veterano del grupo y protagonista, en cierta manera, del libro; a sus compatriotas triniteños Galahad, Bart y Gran Ciudad; asimismo a  jamaicanos como el elegante Harris  y Tolroy, con su extensa familia; incluso aparece un nigeriano, el inefable y caradura Capitán... todos forman una pequeño grupo dentro de la comunidad afroantillana que por entonces se había establecido en lo que hoy son cotizados barrios londinenses: Bayswater, Notting Hill, Harrow Road...

Ahora bien, que el humor y la simpatía estén muy presentes, no significa que la novela no trate sobre los aspectos más espinosos a los que debían enfrentarse aquellos inmigrantes en la gran ciudad: el frío e incluso el hambre que padecían; la necesidad de pelear por cada libra en los trabajos más duros y peor pagados y eso, cuando encontraban trabajo y se les dejaba acceder al mismo. Porque aunque no sea el tema central -o mejor dicho, explícito- de la novela, el racismo también está siempre presente, dado el color de la piel de estos personajes (todos negros a pesar de que, como ya he comentado, Selvon pertenecía a la comunidad india): a la hora de buscar trabajo, pero también de encontrar alojamiento o de relacionarse con los nativos ingleses... por otro lado, son abundantes las menciones a relaciones sexuales con mujeres blancas -que, al parecer, encontraban irresistibles a los caribeños-: hay incluso todo un brillante exordio de Moisés al respecto. Y, por supuesto, también está aquí lo que luego se ha dado en llamar el "síndrome de Ulises", la nostalgia del emigrante por su tierra de origen, al tiempo que siente un cariño ambivalente por el país que le acoge como inmigrante, por lo que la sensación de desarraigo se acentúa. Subyacen además en toda la novela, claro, la soledad, la melancolía y el miedo.

Mención aparte merece la traducción hecha por Enrique Maldonado: como él mismo explica en el prólogo (por una vez, recomiendo leerlo antes de la novela) su trabajo ha ido en paralelo al estilo empleado por Selvon en la versión original, que no está escrita en el inglés estándar ni tampoco en algún dialecto caribeño, sino en una tercera modalidad, creada por el autor, que fuese comprensible para el público británico, al tiempo que conservaba las reminiscencias y el "color" del habla de las Antillas. Ése ha sido también el camino seguido por Maldonado en la traducción (de forma brillante, a mi entender) que ha compuesto un castellano dislocado e imperfecto, pero de lo más adecuado, entendible y ágil (quien no pueda reprimir una sonrisa ante la manera de hablar de los "chicos", que piense en cómo sonará a oídos anglófonos la segunda lengua más extendida en España: el "inglés nivel medio"): buen trabajo.

1 comentario:

Juan G. B. dijo...

Run, Anderson, run!!!!